domingo, 9 de marzo de 2014

Maestro Itosu y un bravucon

Maestro Yasutsune "Anko" Itosu (1831-1915) fue un gran experto okinawense en artes marciales. En el linaje de nuestra escuela el se encuentra entre su propio maestro Sokon Matsumura (1798-1890) y su alumno Kenwa Mabuni (!889-!952) quién fue el fundador de nuestro estilo Shito Ryu. Por eso considero Anko Itosu como un abuelo del Shito Ryu.
Sensei Paco Feliu me ha invitado el año pasado (2013) al examen de primer dan en karate y desde ya siete meses estoy preparandome. Me da un placer muy grande de aprender (entre otros katas) el kata que se llama "Itosu no Wansyu".
Por otro lado nuestro Sensei Miguel Gomez estará en Benissa durante el fin de semana del dia 04 hasta el dia 06 de abril 2014 impartiendo un curso de karate, kobudo y de kyusho.
En este contexto he encontrado en mi documentación una historia sobre el encuentro entre maestro Itosu y un bravucón. Es una ilustración de ló que significa el conocimiento de los puntos vitales de nuestro cuerpo.

Un bravucón cambia de habitos.

El bravucón Kojo era joven y fuerte cuando buscó camorra con Anko Itosu. A pesar de su fuerza y de su juventud, fue la pelea callejera más absurda (y la última) de su vida.
Como suele pasarles a los bravucones, Kojo se creía el tipo más fuerte de la ciudad. Practicaba la lucha con un grupo de jóvenes todas las tardes después del trabajo. Un día Kojo vio a Anko Itosu y uno de sus amigos decía, señalando al anciano: "Si quieres un desafio, prueba con el". "¿Quien es, no me parece tan fuerte?" preguntó Kojo. "Ese anciano es Itosu, el maestro de karate", le indicó su amigo.
El anciano tenía una larga barba gris y profundas arrugas en los ángulos de los ojos.
"Podría decir que he vencido a gran Anko Itosu", dijó Kojo. Pensó que su mejor opción era pillar a Itosu por sorpresa. Se aplastó contra la fachada de un restaurante, y esperó a que Itosu se dirigiese hacia la entrada. Itosu dio la vuelta a la esquina y sin previo aviso el bravucón saltó sobre el surgiendo de las sombras. Con un fuerte grito lanzó su mejor golpe de puño. Con un movimiento tan rápido que ni siguiera le dio tiempo a verlo, Itosu agarró la mano con la que el bravucón habia golpeado y se la metió debajo del brazo izquierdo. El dolor recorrió todo el brazo del bravucón como la descarga de un rayo.
"¿Y tú quién se supone que eres?", preguntó Itosu.
"Soy....soy Kojo", contestó el bravucón, jadeando de dolor.
"Bueno Kojo, ¿por qué no me acompañas? creo que tenemos unas cuantas cosas de que hablar", dijo Itosu.
Kojo no estaba en condiciones de negarse. Itosu tenía su brazo metido debajo del suyo. Cada cierto tiempo le daba, retorciendo, un pellizco en la muñeca para hacer saber al joven quién mandaba. Pero la mayor parte de la persuasión provenía de su agarre. Kojo se sentía como si su mano estuviese en un torno de banco. Tenía en ella un dolor punzante acompasado con el latido de su pulso.
"Bueno Kojo," dijo Itosu, "¿te conozco de algo? ¿Por qué se te ocurrió que tenías que atacarme?"
"Pues verá, señor", dijo Kojo, "era un reto".
"Ya veo", contestó Itosu.
"A veces venimos a la ciudad, yo con mis amigos", dijó Kojo, "y nos peleamos para poner en práctica nuestro karate." De repente el se dio cuenta de lo tonto que sonaba.
"Ya veo ", dijó Itosu y presionó con una torsión la muñeca de Kojo. El dolor recorrió como un relámpago desde la muñeca hasta el hombro, pasando por el codo.
"¿Y tu maestro de karate qué opina de esto? dijó Itosu.
"Bueno, en realidad no tenemos maestro", dijó Kojo.
"Ah", dijó Itosu con una gran sonrisa, "así que ése es el problema". Soltó el brazo de Kojo. El joven se frotó la mano intentando borrar las marcas dejadas por el dedo de Itosu. Tenía en la mano un dolor punzante y sentía una fuerte picazón al volver la circulación a los dedos.
"Lo que necesitas es un profesor. Estudiarás conmigo", dijó Itosu. "Tenemos que trabajar en tu velocidad y en tu kiai. Tu golpe de puño no está del todo mal, habrás de volver a aprender el movimiento de cadera para aumentar su potencia. Y por supuesto tendrás que dejar de buscar pelea."
"Si señor", respondió Kojo.
"Y tendrás que dejar de asustar a pobres ancianitos," dijó Itosu sonriendo burlonamente al joven.


Mi comentario.
Como has podido leerlo en otros articulos de mi blog, maestro Matsumura no tenía que pelearse con un herrero por qué solo con la fuerza de sus ojos y el tono de su kiai podía paralizar a su oponente. Tambien, por el respeto que el tenía por los animles, rehusaba de matar a un toro con sus manos.
Maestro Itosu no usaba la violencia (como por ejemplo una serie de puñetazos y patadas) para defenderse contra el ataque de un bravucón joven.
Para mí los actos de Matsumura y Itosu son ejemplos de lo que yó quiero conseguir.
Personalmente prefiero aprofundizar mi viaje en el sendero espiritual del karate-DO y kobu-DO y aprender todo lo que puedo sobre el arte del kyusho. Lo sé que mi verdadero poder no reside simplemente en defenderme con golpes y patadas sino en mejorar el control de mi mente, de mis emociones y en equilibrar mi espíritu. Mi objetivo final es de poder practicar el arte de no provocar la agresión. En otras palabras, poder, manteniendo la actitud mental adecuada, crear una atmósfera en la que al agresor en potencia le desaparezca el impulso agresivo. Creo que es mucha más importante que de tener un cinturón negro.

Un saludo cordial de Bruno

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