lunes, 9 de septiembre de 2013

¿El DojoKun como cortafuegos?

Querid@ amig@,
Despues del curso de verano 2013 en Benissa he tomado contacto con mi amigo Andres, hablando de una cuestion muy importante para mí. Esta cuestion es:

¿Que son las artes marciales sin la practica del aspecto meta-físico, es decir practicar lo que es karate/kobudo para la mente, el corazón y el alma?

Pues, para mi la respuesta es:

Sin un trabajo espiritual, es decir no solo con la mente, pero tambien con el corazon y el alma, los artes marciales son una actividad vacia de todo contenido real.
Ha sido un placer para mi de recibir la respuesta de Andres. 



Hola Bruno.
He estado leyendo tu blog, creo que no lo había visto antes, pero yo soy muy despistado y no puedo estar seguro. Es muy interesante y una representación de eso que comentas en tus preguntas sobre si las artes marciales tienen o no sentido sin un trabajo espiritual equivalente. Se ve que eres una persona que no sólo observa a los demás sino que también se observa por dentro, algo no demasiado frecuente, creo yo, aunque todo el mundo puede llegar a hacerlo. Ese es el punto de partida para muchas cosas
En realidad, esa progresión espiritual o ese “darse cuenta” (como dicen los budistas) o ese “tomar consciencia” (como dicen los taoistas), es algo a lo que se puede llegar por muchas vías. Para ello sólo hace falta implicarse en cuerpo y alma en alguna actividad, apostarlo todo a una o dos casillas del tablero, pase lo que pase, y mantener la apuesta. Esa actividad puede ser una relación de pareja, criar y aceptar a unos hijos, un cinturón de karate, convertirse en un especialista en meditación o simplemente, tratar de entender la vida y lo bueno y lo malo que nos haya podido suceder.
Si algo se toma con esa “pasión” surgen preguntas y muchas partes de la propia naturaleza (lo que tu llamas “la sombra”) salen a la luz. Cada vez que algo sale a la luz y se acepta, se produce una mayor reconciliación con uno mismo y la vida y se gana un poquito más de paz interior. Sin embargo es un camino durísimo donde a veces lo que sale a la luz son realidades de las que no querríamos saber nada o que tiran abajo nuestras ideas sobre muchas cosas. Aceptarlas es el coste para llegar más lejos y en cierta forma todos estamos metidos en ese juego, sólo que unos saben que están jugando a él y otros no. En mi caso personal, no han sido sólo las artes marciales las que me han hecho darme cuenta de lo que te cuento, pero sin ellas habría sido mucho más difícil y por eso les estoy muy agradecido.
Volviendo a las artes marciales, yo creo que en ellas se producen dos etapas en lo que a ética y personalidad se refiere. Cuando uno comienza a aprender un arte que le pone por encima del nivel de la población en general, como puede ser karate, un arte visual (cine, pintura, etc), sanación o cualquier cosa por la que uno pueda sentirse más y mayor persona que los demás, se produce inmediatamente un crecimiento tremendo del ego. Este resulta de darle a alguien un conocimiento que proporciona habilidades nuevas y que poca gente puede demostrar. Debido a la necesidad de controlar ese ego en esa primera etapa, se crea el DojoKun, la lista de normas y rituales en la práctica marcial que hablan de humildad, cortesía y respeto. Su finalidad es sujetar la personalidad del individuo y evitar que se convierta en un monstruo prepotente y probablemente peligroso. Sin embargo, para mi esa es una contención necesaria pero hasta cierto punto “artificial” ya que nace “de fuera” y viene impuesta por una tradición y un maestro que quiere que sus alumnos permanezcan con los pies en la tierra. Es el equivalente a un cortafuegos en un bosque.
Con el tiempo llega otra etapa, que es la del nacimiento desde dentro de uno mismo de esos valores personales. Estos nacen cuando a partir de la práctica intensa tomamos más y más consciencia de lo que tu llamas “las sombras” y nos vamos volviendo más y más humildes y tranquilos cuando aceptamos las partes retorcidas, frustradas y ambiciosas que todos llevamos dentro. Para mi, muchos maestros y practicantes de artes marciales que he podido conocer en cursos por España y otros países no han pasado a esta segunda etapa, están contenidos por el “DojoKun externo” y a la mínima su ego les gobierna y les convierte en un ejemplo contrario a lo que predican. Por supuesto, esto me ocurre a mi también desde siempre y hoy por hoy lo que hago es observar ese proceso dentro de mi y dejar que pierda fuerza cuando aparece. Precisamente porque lo he visto dentro lo veo fuera Sonrisa.
Un saludillo.
Andrés.